TERAPIA VISCERAL
La terapia visceral se centra en restablecer el equilibrio y la funcionalidad óptimas de los órganos internos del cuerpo humano. Estos órganos, vitales para nuestra salud, están estrechamente relacionados con nuestra capacidad de adaptación a los movimientos, emociones, alimentación y entorno ambiental. Sin embargo, estas adaptaciones pueden generar tensiones en los tejidos viscerales, impactando tanto en la estructura corporal como en la función de los órganos.
Para afrontar estas tensiones, se emplean técnicas suaves derivadas de la osteopatía visceral y la viscerofascia.
Estas técnicas buscan devolver la elasticidad y el movimiento adecuado a los órganos internos, eliminando las restricciones y acumulaciones de toxinas que pueden afectar su funcionamiento.
Además, se estimula la vascularización e inervación de los órganos, promoviendo así su salud y vitalidad.
La terapia visceral ofrece una amplia gama de beneficios para abordar una variedad de dolencias y afecciones.
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Recomendada tanto para dolencias estructurales como para problemas digestivos.
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Es efectiva en aliviar síntomas como dolor cervical o de cabeza, lumbalgias y ciáticas, mareos, molestias en las costillas y el esternón.
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Indicada para condiciones gastrointestinales como gastritis, hernias de hiato, cólicos y estreñimiento, entre otros.
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Aconsejada en la rehabilitación de lesiones osteopáticas y deportivas.
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Crucial en la recuperación después de intervenciones quirúrgicas, abordando las adherencias postoperatorias.
A quién va dirigida
Beneficios
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Mejora en la movilidad y función de las vísceras.
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Estimulación de la vitalidad del órgano afectado.
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Liberación de las restricciones articulares en áreas relacionadas con cada víscera.
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Aumento del flujo sanguíneo y linfático.
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Mejora de la postura corporal.
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Alivio de los dolores viscerales y musculares.
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Mejora del sistema nervioso autónomo.
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Alivio de los síntomas del síndrome del intestino irritable, acidez, estreñimiento, entre otros.